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Protegiendo el patrimonio de las generaciones futuras



La calidad del medio ambiente depende en gran medida de la actividad energética y, junto con el desarrollo social y económico, constituyen el legado que encontrarán las generaciones futuras. El compromiso de la sociedad en minimizar el impacto energético es uno de los pilares básicos para conservarlo.

Los aspectos energéticos juegan un papel primordial en la calidad de vida debido a su influencia sobre el medio ambiente. Una economía sostenible es aquella que permite el progreso de la sociedad respetando el entorno natural, pieza básica del patrimonio que heredarán las generaciones futuras. Un legado de por vida en el que la cohesión social, la estabilidad económica y la protección medioambiental deben estar presentes en cada acción humana que se realice, de igual forma y con la misma importancia.

Energía y medio ambiente

Fenómenos tan conocidos como el agotamiento de recursos naturales, la contaminación atmosférica, la lluvia ácida y el cambio climático se deben, en parte, al efecto de la energía sobre el medio ambiente. El uso de los combustibles fósiles en generación y consumo es la razón fundamental. Desgraciadamente, el sistema mundial de suministro energético depende actualmente del carbón, los derivados del petróleo y el gas natural en un porcentaje muy elevado.

El compromiso de la solución

Desde hace varios años, la sociedad está concienciada del problema, pero le resulta complicado comprometerse en aplicar soluciones. La eficiencia, la diversificación, las energías renovables, las medidas políticas y sobre todo la concienciación, no son ideas nuevas. Llevan toda la vida debatiéndose y aplicándose tímidamente en la cadena energética: marco legal, generación, transformación y consumo —en la industria, el transporte o en el hogar—.

Cambio climático, lo más destacado

Quizás, el mayor desafío medioambiental de nuestro tiempo es afrontar el cambio climático, el calentamiento global del planeta causado por las excesivas emisiones a la atmósfera de gases de efecto invernadero. Los principales son CO2 y metano procedentes en gran parte de la producción de energía, pero también de la actividad industrial, los transportes, la deforestación y la agricultura.

La solución del problema pasa por estabilizar las concentraciones de gases a niveles aceptables, objetivo perseguido en las sucesivas cumbres medioambientales sin acuerdo unánime. Suponen alivio porque se logran acuerdos internacionales para reducir emisiones, pero también inquietud porque países clave, como por ejemplo EEUU —el mayor emisor de gases—, no se comprometen lo necesario.

El legado futuro

Tradicionalmente, la actividad humana ha influido sobre nuestro entorno. El problema es que actualmente, la naturaleza ya no es capaz de absorber tanta agresión externa. Quizás nos preguntemos cómo será el patrimonio que estamos dejando a la humanidad. Quizás nos demos cuenta de que el compromiso en lo que a la actividad energética se refiere, es uno de los pilares básicos para conservarlo.



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