Un país que utiliza eficazmente sus recursos y es capaz de valorizarlos, puede desarrollar todo su potencial y ser competitivo.
España es el segundo país con mayor dependencia energética del exterior entre los grandes de la UE (según datos de la oficina estadística europea Eurostat, el 73,3% de la energía consumida es foránea). Importamos energía como el gas natural y el petróleo- traídos desde muy lejos y con una huella de carbono importante- y no aprovechamos los recursos energéticos que tenemos en nuestros montes, como la biomasa forestal. Esto es una incongruencia.
Por otro lado, la gestión forestal necesita mercados para los productos de ella obtenidos y la bioenergía debería ser uno de ellos. Esta gestión forestal generada por la biomasa, además de ser beneficiosa para el medio ambiente, crea empleo y riqueza.
Capacidad forestal
La superficie forestal en España es de 27.664.674 has, el 57 % de nuestro territorio. Nuestro país se sitúa en tercer lugar de Europa en superficie forestal arbolada, sólo por detrás de Suecia y Finlandia, con un ritmo anual de crecimiento del 2.19 %, muy superior a la media de Europa (0.51%). Indudablemente, España es un país forestal.
La posibilidad anual (madera para extracción que podría cortarse) es de aproximadamente 46 millones de metros cúbicos, siendo el volumen de cortas de 19 millones de m3. La tasa de extracción, por tanto, es del 41%, mientras que la europea es del 69 %.
Hay capacidad de aumentar la producción sin sobrepasar la capacidad del bosque.
Biomasa forestal: un magnífico combustible 100% renovable
La biomasa forestal es el biocombustible de calidad por su alto poder calorífico y pureza, contribuyendo a la economía rural y al mantenimiento de los bosques, reduciendo su carga combustible y por tanto disminuyendo el riesgo de incendio. Todo son ventajas que hay que tener en cuenta a la hora de valorizarlo y apostar por su consumo.
Por cada MW eléctrico instalado con biomasa supone 11 empleos directos e indirectos, 8.000 MWh de energía renovable (el consumo eléctrico de 2.500 hogares) y la captura de 6.250 t de CO2 al año.
Por cada MW térmico instalado, se pueden cubrir las necesidades de calefacción y agua caliente sanitaria de 150 viviendas, con un número de similar de puestos de trabajo generados.
Es un recurso de proximidad, estratégico para la implantación de la bioeconomía y la economía circular, que serán los factores que impulsarán la demanda en el futuro.
Una necesidad del sector
Los bosques presentan dificultades orográficas, un tamaño medio de explotación pequeño, escasas ayudas y, en la mayoría de los casos, los esfuerzos de los selvicultores no se ven compensados por el bajo valor que la biomasa alcanza en el mercado, pese a los beneficios ambientales que se generan y las oportunidades en términos de empleo y economía real.
Los precios de extracción varían en función de las características del lugar donde se encuentren. Aspectos como pendientes muy pronunciadas, existencia de pistas de acceso, posibilidad o no de mecanización de los trabajos o la cantidad de producto que se pueda extraer hacen que los costes aumenten o disminuyan.
Así pues, en una parte importante de nuestros montes los gastos de la elaboración son más altos que el valor de mercado de la misma. El aprovechamiento de la biomasa forestal primaria tiene dificultades por su elevado coste respecto al valor al que podría comercializarse.
Para movilizar la biomasa de nuestros bosques es necesario apoyar los trabajos de aprovechamiento de la biomasa cuando el precio del mercado energético no sea suficiente y así poder hacer una gestión más eficaz del monte.
El bajo valor económico que estos productos tienen para la propiedad forestal se puede ver mejorado e incrementado con una mayor intensidad de gestión en los montes, con una mejor planificación y, agrupando las ventas de madera de varios propietarios de forma que hagan más atractiva esta posibilidad:
- Mayor volumen a extraer en la zona
- Reducir los costes de movilización de maquinaria
Un marco normativo adecuado
Necesitamos un marco normativo adecuado con medidas dinamizadoras como un plan de estimulación para el sector de la bioenergía donde el gobierno recupere su inversión.
El destino eléctrico de la biomasa se encuentra totalmente impedido por diferentes medidas adoptadas por el Gobierno. La generación de energía eléctrica con biomasa tiene un efecto positivo en las arcas nacionales, tal como demostraron los estudios de UNIÓN POR LA BIOMASA y la experiencia de los países más avanzados de Europa
El destino térmico avanza lentamente por los excesivos requerimientos de financiación de los proyectos y la implantación previa de sistemas de generación con combustibles fósiles.
TODA LA ECONOMÍA en ella generada ES NACIONAL.
Para dar un impulso definitivo al desarrollo de la biomasa habría que potenciar su consumo desde los órganos de gobierno y tomarse en serio en la política energética, dar facilidades de financiación a los proyectos energéticos, contar con unos incentivos fiscales que atraigan la inversión en el sector de la bioenergía y favorecer la agrupación de los productores/propietarios forestales para organizar una oferta sólida que genere una demanda estable.
Hay que apostar por las energías renovables que independizan nuestra economía de las fuentes de energía foráneas y encaminarnos hacia el autoabastecimiento energético.
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