El cambio climático representa una seria amenaza para la vida en nuestro planeta. El siglo pasado fue el más cálido de todo el milenio y se han registrado los diez años más cálidos desde 1991. Pero el problema no se limita tan sólo a una cuestión medioambiental. Las compañías aseguradoras calculan que, si se mantiene la tendencia actual de desastres naturales, en el plazo de diez años los costes alcanzarán un total de entre 30.000 y 40.000 millones de euros.
A pesar de que, con frecuencia, las iniciativas para evitar o frenar el cambio climático se presenten como una carga económica para las sociedades y las empresas, quedarse cruzados de brazos también tiene su precio. El Protocolo de Kyoto estableció objetivos claramente definidos para la reducción de los gases de efecto invernadero culpables del recalentamiento mundial, así como instrumentos flexibles basados en el mercado para poder lograr esos objetivos.
Un sistema eficaz de compraventa de emisiones puede representar una herramienta esencial para atajar el cambio climático. A partir de enero de 2005, la Unión Europea espera contar con el mayor y más eficaz sistema de compraventa de emisiones del mundo, que cubrirá a más de 12.000 plantas de producción y de consumo intensivo de energía a lo largo y ancho de la UE. El sistema ofrecerá a las empresas una fórmula rentable tanto para reducir sus emisiones como para pagar la factura de las acciones necesarias para evitar el cambio climático.
¿Cómo funciona la compraventa de emisiones?
En teoría, cada Estado Miembro acuerda un plan nacional de asignación (PNA) en el que fija la cantidad total de CO2 que producen sus operadores. Estos planes deben basarse en el compromiso nacional de reducir las emisiones con arreglo al acuerdo de Kyoto. A continuación, las empresas tendrán el derecho de comerciar con sus cuotas de emisiones directamente entre ellas o a través de un agente, banco o cualquier otro intermediario. Se espera que, con el paso del tiempo, se desarrollen los intercambios de compraventa de emisiones.
Generar la confianza necesaria
¿Cómo funciona todo esto en la práctica? Por ejemplo, supongamos que una empresa emite 50.000 toneladas de CO2 al año pero el gobierno le asigna una cuota libre de 45.000 toneladas. En ese caso, la empresa deberá decidir qué método le resulta más barato para respetar el límite: reducir las emisiones o adquirir la cuota de otras empresas que emiten menos de la cantidad asignada. Es obvio que la eficacia del sistema a la hora de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero depende del nivel de confianza que los participantes depositen en él.
La Comisión Europea se ha ofrecido para ejercer como árbitro de los Estados Miembros con el fin de garantizar la aplicación justa y equitativa de las normas a los sistemas de los 25 países. A comienzos de julio de 2004, la Comisaria de Medio Ambiente Margot Wallström anunció la aprobación de los PNA de ocho Estados Miembros. De esos ocho planes, tres han recibido una aprobación condicionada, puesto que son necesarias ciertas modificaciones para cumplir las normas vigentes. Al mismo tiempo, la Comisión ha abierto expediente de infracción contra dos Estados Miembros que no han presentado sus PNA y que podrían enfrentarse a una sanción.
La Comisaria Wallström ha avisado a los gobiernos en repetidas ocasiones de que no sean demasiado generosos con la asignación de cuotas y de que garanticen que los niveles corresponden a los objetivos de Kyoto de reducción de emisiones. De lo contrario, Wallström teme que la caída forzada del precio de las cuotas de emisiones pueda debilitar enormemente el funcionamiento y la calidad medioambiental del sistema de compraventa.
Una novedad mundial sin precedentes
A pesar de los pequeños inconvenientes surgidos hasta la fecha – algo previsible si tenemos en cuenta los retos inherentes que conlleva un sistema radicalmente innovador como éste – la Comisión mantiene la esperanza de que el sistema europeo de compraventa de emisiones esté finalizado y listo para su lanzamiento el próximo mes de enero. Los esfuerzos de la UE por establecer el primer sistema operativo son seguidos con gran atención por países como Australia, Nueva Zelanda y Canadá, que podrían estar interesados en conectar sus sistemas nacionales al de la UE en el futuro.
A pesar de que la administración estadounidense prefiere no firmar todavía el Protocolo de Kyoto, algunos estados del noreste de los EE UU ya han anunciado un plan para la creación de un sistema similar. El reto del cambio climático nos puede parecer gigantesco. Sin embargo, el sistema de compraventa de emisiones ofrece un modo rentable para solucionar el problema y concede a las empresas suficiente margen de maniobra para elegir la solución más adecuada. Fuente: Medio ambiente para los EUROPEOS
MUY BIENNNNNNNNNNNNNNNNN
Estoy muy de acuerdo con el artículo presente, pero EE.UU debería de firmar ya con el protocolo de Kyoto ya que es para el bien mundial. Ojalá que se una ya todo Estados Unidos, ya que su denegación hacia el Protocolo nos impide trabajar a todos juntos. Saludos, gracias.
Estoy sinceramente satisfecha, con el artículo escrito en esta página, espero que las tendencia al desastre natural se arregle debido que es un bien mundial.
(: