El acuerdo alcanzado este mes por los líderes europeos en Barcelona hay que calificarlo francamente de positivo, a pesar de las mayores expectativas que ciertos países comandados por España habían creado.
Positivo porque dinamiza el proceso de apertura europea de los mercados del gas y electricidad y se espera que cambie el estado actual de España de falta de competencia y de escasa interconexión eléctrica con otros países.
Positivo porque reflexiona sobre cómo ha de llevarse a cabo el proceso. Debido al peso de los países más reticentes, especialmente de Francia que ha impuesto su criterio, los planes de apertura han excedido al acuerdo alcanzado.
¿Habrá que agradecer su actitud al exigir garantías de servicio público antes que de descenso de precios? Quizás no se vaya tan rápido de lo que se pretendía pero puede que sea lo mejor para los ciudadanos europeos.
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