El pasado mes de mayo, el Gobierno alemán tomaba la decisión de cerrar progresivamente todas las centrales nucleares de su territorio, covirtiéndose así, en el primer país en adoptar firmemente la postura de reconvertir su industria energética.
Se estima que el proceso dure unos treinta años, el suficiente para agotar la vida útil de las instalaciones existentes. La pregunta ahora es si se ha iniciado una tendencia que contagiará al resto de países con autoridad nuclear no sólo en Europa, sino en todo el mundo.
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