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6 claves para mejorar la eficiencia energética y conseguir mucho más que ahorrar en la factura de la luz



La reducción de los costes ha sido -y seguirá siendo- prioridad para cualquier empresa. Desde un pequeño negocio familiar a una gran multinacional, la constante búsqueda de soluciones para ahorrar en gastos prescindibles y la identificación de puntos de mejora es parte del día a día empresarial. En este sentido, la eficiencia energética ha ocupado siempre una posición destacada en esta lista de tareas pendientes aparentemente infinita. Ahora, sin embargo, ensombrece a todas las demás, atendiendo a la excepcional escalada de precios que estamos experimentando.

Para alcanzar una mejor eficiencia energética, se recomiendallevar a cabo una consultoría especializada en la materia, mediante distintos servicios técnicos, como la implantación de sistemas de gestión integrados (en especial el sistema de gestión energética) o el cálculo de huella de carbono, adaptados a las necesidades y obligaciones legales, que permitan definir un plan de mejora continua. No obstante, estas serían las principales claves a tener en cuenta:

  1. Un control eficiente de las instalaciones.

Para identificar las maneras de optimizar el consumo, primero, es fundamental conocer a qué se destina la energía y analizar los motivos por los que existe un determinado consumo. Contar con un adecuado sistema de gestión y llevar a cabo una monitorización de la instalación resulta muy beneficioso para poder desarrollar propuestas de mejora. La instalación de distintos tipos de sensores, sondas y actuadores. Establecer sectorización para el encendido de luces y la activación de equipos, son algunos de los ejemplos que pueden ayudarnos en esta tarea. Y, sobre todo, la formación continua a todo el personal ya que todos participamos en el uso de las instalaciones. Si se hace un uso eficiente, hemos dado un paso importante en la eficiencia energética.

  • Asegurarse de que estamos instalando la mejor tecnología disponible cuando llevamos a cabo una nueva adquisición.  

Cuando efectuamos una compra, hay diferentes parámetros que tenemos en cuenta. Tradicionalmente, el coste es uno de los que más protagonismo tiene en nuestra decisión de compra, pero nos dejamos de lado el análisis de otros parámetros que nos permitan alinearnos con los objetivos medioambientales que se están definiendo. La eficiencia energética debe incluirse en este cóctel con un peso significativo a la hora de tomar una decisión de qué máquina o producto adquirir. Se trata de una variable de la que, en teoría, todos somos conscientes, pero, sin embargo, no se le da la importancia adecuada en el momento decisivo de adquirir nuevos equipos en las organizaciones.

  • Pensar en inversiones con un retorno razonable.

Las mejoras en cerramientos y carpintería para asegurar la máxima estanqueidad de los edificios y un control de la ventilación son muy positivas para el fin que nos ocupa. Sin embargo, hemos de valorar si nos interesa económicamente una reforma cuyo único propósito sea este o es preferible esperar a que surja una oportunidad en la que podamos llevar a cabo este tipo de implementaciones. Existen otras actuaciones, cuyo desembolso económico no es tan alto y también pueden marcar una diferencia importante, por ejemplo, la iluminación LED, la aerotermia, energías renovables, etc., dependiendo de las horas de uso de las instalaciones.

  • Aprovechar los calores residuales que hay en todas las instalaciones.

Existen actualmente empresas especializadas en desarrollar intercambiadores para adaptarlos a cualquier situación. Compresores, calderas, hornos y aguas de refrigeración son algunos de los ejemplos que pueden ayudar a sacar el máximo partido al calor residual que se genera y permitirnos, por tanto, ahorrar una cantidad importante de dinero. Además, en este punto, cabe destacar la aerotermia, una tecnología que merece la pena explorar y cuya demanda crece exponencialmente. Esta utiliza principalmente la energía del aire que nos rodea almacenada en forma de calor y permite, entre otras cosas, cubrir la demanda de calefacción, agua caliente sanitaria o refrigeración en un local.

  • Valorizar los residuos y hacer que estos terminen desapareciendo.

La tendencia de los últimos años y que se espera se generalice los próximos. Las industrias y otros sectores, como la alimentación o las zonas urbanas, generan grandes cantidades de residuos que inicialmente se llevaban al vertedero. Esto ha cambiado. Ahora, el primer paso es separar en origen y valorizar en cada caso de la mejor manera posible. Se han construido plantas para valorizar directamente residuo orgánico, generar biogás y que este se pueda quemar para generar electricidad (de origen renovable) o bien inyectar en la red de gasoductos para su uso vehicular o para sustituir el consumo de gas natural en calderas. El objetivo, utilizar residuos en lugar de una energía fósil.

  • Tener en cuenta otras inversiones como la instalación fotovoltaica.

Considerada la última tendencia de consumo de hidrógeno para todo tipo de usos, en sustitución de otros combustibles fósiles. Ya es una realidad que podemos amortizar la instalación fotovoltaica en los primeros 5 años, que puede reducirse a 3 en caso de contar con ayudas. Esto supone un gran ahorro en la factura de la luz además de una disminución del impacto ambiental y por eso, la energía solar está ganando peso en el sector agrícola y cada vez más explotaciones apuestan por instalar placas solares. En los últimos años se está potenciando el bombeo solar, eliminando el consumo de gasóleo en grupos electrógenos, que hacen funcionar las bombas, colocando en su lugar una superficie con placas fotovoltaicas con una potencia instalada asociada a la bomba de riego.  

Si bien, ahora más que nunca en nuestra historia reciente, la motivación económica dada la tendencia al alza de la luz y el gas nos urge en la implantación de estas medidas, estas no solo repercutirán en nuestro bolsillo. Todas ellas, como se puede apreciar, están estrechamente ligadas al impacto medioambiental, por lo que también contribuiremos al desarrollo sostenible y sostenido en el tiempo.

Reducir el consumo energético, en cualquier caso, es algo que está en mano de todos. Formar al personal y construir hábitos adecuados es clave para lograr un auténtico cambio y que exista un punto de inflexión, porque no solo está en juego la salud económica de nuestras empresas, también el planeta en el que vivimos.

Enrique Roca

Responsable técnico del área de Eficiencia Energética y Sostenibilidad de Euro-Funding



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