Todos hemos visto alguna vez un vídeo de algún metal fundido y cómo se trabaja con él para crear latas, cables, herramientas de trabajo… Mucho de lo que tenemos alrededor y utilizamos diariamente tiene alguna pieza metálica, por lo que se ha vuelto indispensable en nuestras vidas.
Pero, como muchos otros materiales, se trata de un recurso finito y no renovable. Por lo tanto, debemos incidir en la importancia del reciclado de la chatarra, ya que una gran parte de los desechos de estos materiales puede volver a fundirse y entrar de nuevo en el ciclo de vida del metal, para reducir el consumo de recursos y ayudar a reducir la contaminación actual.
¿Qué tipo de metales son reciclables?
Tenemos la suerte de que la mayoría de metales puede volver a fundirse y purificarse, por lo que pueden reutilizarse en multitud de ocasiones. No ocurre así, por ejemplo, con los metales que han sido empleados para almacenar productos tóxicos, que deben desecharse a través de un punto limpio en tu ciudad.
Los metales que más comúnmente se reciclan son:
- Hierro: Uno de los metales más usados. Herramientas, puertas, tornillos, martillos…
- Acero: Muy común, actualmente lo encontramos casi en cualquier lugar. Piezas de coche, electrodomésticos, cubertería, tuberías, sartenes, equipos mecánicos…
- Aluminio: Un material muy versátil que utilizamos casi a diario. Papel de cocina, latas, ventanas, contenedores, platos…
- Cobre: Un metal clave en la electricidad. Cableado, ollas, cacerolas…
- Bronce: Aleación de cobre y estaño que se ha usado ampliamente para la joyería y la decoración, gracias a su durabilidad.
- Latón: Aleación de cobre y zinc con ciertos tonos dorados, por lo que se utiliza comúnmente en bisutería.
- Plomo: Se trata de uno de los metales que más fácilmente se funden. Se encuentra habitualmente en baterías.
Cómo se reciclan los metales
Recolección
La primera parte de este proceso es la recogida de los desechos por parte de las empresas especializadas. Lo habitual es llegar a un acuerdo con las empresas que almacenan la chatarra según el precio y la frecuencia que tendrá esta recolección.
Separación
Una vez que se tiene una gran cantidad de metal, es el momento de separarlos según el tipo de metal que sea, su estado de conservación (en buen estado, oxidado, etc.) o si están unidos a algún otro material como plásticos o madera.
Trituración
Cuando ya existe una separación adecuada, toca preparar los metales para hacer más sencilla su manipulación. Primero se compacta en grandes bloques a presión, para luego triturarse. Con esto, se consigue crear trazas muy pequeñas que facilitan su fundición, consiguiendo un ahorro de energía.
Fundición
Estos pequeños restos pasan por un horno para fundirse, y aquí nos encontramos con un cambio importante respecto a la fabricación de metales nuevos. El calor y el agua necesarios para este proceso es mucho menor que para los metales originales.
Purificación
La última fase de este proceso es purificar el resultado de la anterior. A través de mecanismos magnéticos o de electrólisis, se eliminan desechos y otros materiales indeseados para que el metal fundido pueda enfriarse y reutilizarse correctamente.
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