Las centrales térmicas evalúan ya la posibilidad de sustituir parte de su combustible fósil por residuos renovables para reducir sus emisiones de CO2. Esta es una de las grandes novedades del sector de la biomasa, según quedó reflejado anteayer, martes, en la Jornada «Logística, preparación y suministro de biomasa para usos energéticos».
En la jornada, organizada por la Asociación Española de Recuperadores de Madera (ASERMA), en colaboración con el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, los recuperadores reclamaron incentivos para dinamizar el aprovechamiento de este residuo en la generación de energía. Más de 150 agentes del sector, promotores, gestores de biomasa, fabricantes, ingenierías, entidades asociativas y representantes de la Administración, participaron en este importante encuentro que pone de manifiesto el interés de los agentes económicos por la biomasa.
«Todas nuestras centrales son susceptibles de usar biomasa siempre que dispongan de suministro de materia prima en su zona», explicó Antonio García Martínez, de la Dirección de Ingeniería e I+D de Endesa. Esta posibilidad, prevista en el Plan de Energías Renovables (PER) 2005-2010, se denomina «co-combustión» y consiste en reemplazar parte de los combustibles fósiles que se queman normalmente en la caldera de una central térmica, en especial el carbón, por residuos agrícolas, forestales o industriales, tales como paja, restos de madera, serrín… Esto permitiría a estas instalaciones eléctricas reducir sus emisiones de CO2 y tener que comprar menos derechos de emisión en el mercado europeo de CO2, sin necesidad de realizar grandes inversiones.
Como detalló García Martínez, la cantidad de combustible que puede ser sustituida depende del tipo de caldera, pudiendo alcanzar un 50% en las de parrilla. Además, se deben tener en cuenta las características y la cercanía de la materia prima, así como las emisiones que puedan surgir de la mezcla del residuo con contaminantes. «Nuestras centrales no van a convertirse en incineradoras, todo aquél residuo que tenga más de un 3% de contaminación fósil (como plásticos), no lo consideramos biomasa», incidió.
Aparte del ahorro en derechos de emisión, las ventajas de este sistema son varias. En primer lugar, como recalcó García Martínez, «los costes de una planta pequeña exclusiva de biomasa son de 1.500 euros por kilovatio instalado, mientras que la co-combustión en las plantas de Endesa saldría entre 150 y 900 euros, dependiendo de la calidad del residuo». Además, las centrales térmicas resultan más eficientes y, en estos momentos, cuentan con una gran virtud frente a las de sólo biomasa: si se interrumpe el suministro de residuos puede seguir operando sólo con carbón.
Como subrayó, Javier Díaz González, presidente de la Asociación Española para la Valorización Energética de la Biomasa (AVEBIOM), esta falta de suministro es justamente una de las claves que explican que esta fuente de energía renovable no haya despegado todavía en el país. «No porque no haya biomasa en España, porque tenemos cantidades ingentes, sino porque es muy problemático garantizar que llegue a las centrales», detalló. Por esto mismo, este era el tema central de la Jornada organizada por ASERMA, en la que participaron tanto los gestores de los residuos, como los productores de energía y la Administración.
«Los números no salen para muchas biomasas», señaló Belén Alejandre Moysi, directora técnica de CGC Biomasa, compañía de carbón que ha diversificado sus servicios hacia el aprovisionamiento de residuos de origen renovable, quien incidió en la necesidad de estandarizar y normalizar los distintos tipos de materias primas, en función de parámetros como su grado de humedad, sus cenizas, su densidad, su mezcla con contaminantes… «Más cuando, como comentó, se está empezando a mover una normativa europea impulsada por países como Suecia o Austria, que tienen una visión de la biomasa que tiene poco que ver con los residuos autóctonos de España».
Primas sujetas a trazabilidad de los materiales
En este contexto, José Bonmatí Durà, responsable de la Comisión de Energía de ASERMA, llamó la atención sobre cómo la sociedad no tiene la misma percepción positiva de la recuperación de los restos de madera para su aprovechamiento en relación a la de otros residuos como el vidrio o el papel. Y defendió la recuperación de los restos de madera (silvicultura, muebles, construcción, parques y jardines…) para su revalorización energética, frente a su abandono en el campo, su eliminación con fuego o su envío al vertedero. Según insistió, «la eliminación de madera en vertederos es infinitamente más barata en España que en el resto de países europeos», por lo que defendió la aplicación en todo el país de una tasa que encarezca el uso de los basureros para esta materia prima.
«Las instalaciones de biomasa que hay en el país se han desarrollado porque se unió el señor que tenía un residuo con otro que podía usar para generar energía, pero esto no es un mercado. En España no se potencia una red de suministro de biomasa», reiteró Bonmatí Durà, que se preguntó a continuación: «¿Qué queremos los recicladores para que esto se dinamice?». En su opinión, los requisitos son al menos dos. El primero, que se incentive la recuperación de la biomasa, y en concreto de la madera. Y, el segundo, la trazabilidad de los residuos. «No estoy de acuerdo en pagar una prima a favor de las renovables en el recibo de la luz para que luego se traiga la biomasa de Brasil, las primas deberían estar sujetas a la trazabilidad de los materiales», recalcó. Por último, Bonmatí Durà denunció que «se están detectando iniciativas de intrusismo de la Administración, fundamentalmente la local, que pueden ser nefastas para la dinamización del sector».
En este sentido, Josep Turmo Soldevila, presidente de la sección de biomasa de la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA), lamentó la especulación creada alrededor de algunos tipos de biomasa y el hecho de que algunos suministradores prefieran romper sus acuerdos y vender su materia prima a terceros mercados, como el inglés o el danés, porque allí pagan un precio más alto. «Este es un problema muy grave», subrayó Turmo Soldevila, que confió en que el Gobierno aumente la prima a esta energía renovable para equipararla con el resto de países europeos.
Además, el representante de APPA se mostró escéptico con la co-combustión, al considerar que «es muy difícil de controlar cuánta biomasa entra en las centrales», e hizo hincapié en las nuevas oportunidades que pueden crearse con la bioenergía. «Con el nuevo marco de la Política Agraria Común (PAC), un volumen importantísimo de suelo agrícola que no tendrá una salida al mercado puede resultar muy competitivo para la generación de energía», comentó.
En lo que concierne a las cuestiones técnicas, los ponentes que expusieron sus experiencias prácticas en la gestión y el tratamiento de la biomasa destacaron la importancia de la mecanización de la recogida de los residuos. En concreto, Margarita Salve Díaz-Miguel, coordinadora de proyectos logísticos ASMADERA-ESCAN, incidió en que «es necesario un esfuerzo de I+D para el desarrollo de una maquinaria específica para el aprovechamiento de la biomasa en las condiciones de los montes españoles, pues estamos trabajando con tecnología extranjera que no está especialmente diseñada para nosotros».
ASERMA es una organización que agrupa a más de treinta empresas que se dedican a la recuperación y/o comercialización de residuos y subproductos de madera, actividad que conlleva importantes beneficios medioambientales (protección para los bosques, menor ocupación de vertederos, etc.) y socioeconómicos (recuperación de una materia prima y creación de empleo).
Es importante diferenciar lo que son residuos de lo que no lo son. Una cosa es quemar palés o muebles y otra eliminar el ya escaso contenido orgánico de nuestros suelos: a menudo los restos de paja o de ramas tras los cultivos agrícolas y forestales son todo lo que va a entrar en ese suelo, que lo necesita para mantener su estructura. Extraer también esa escasa cantidad de materia orgánica puede tener efectos nefastos para su fertilidad y llevarlo a la erosión acelerada.
El suelo necesita un aporte orgánico equilibrado que no se puede sustituir con purines y abonos químicos. No matemos a la gallina de los huevos de oro. Para la energía eléctrica, solar y eólica. La biomasa, mejor para la calefacción, que ya es rentable sin primas.